En un mundo paralelo en su época Medieval, existió un reino gobernado por águilas y halcones. Seres alados con armaduras de cobalto, que misteriosamente podían doblar su tamaño para combatir criaturas parecidas a árboles torcidos y carne viva con ojos y bocas chuecas. Su palacio es un antiguo Templo sin velas, que solo se ilumina por la luz de día a través de vitrales, cientos de águilas y halcones se forman ante el rey aguilalcón. Solo una mujer se encarga de cuidar el lugar y solo un hombre con tentáculos como cabello, es amigo de la parvada real que cuida la tierra de la hostil naturaleza.
El rey aquilalcón es orgulloso y su inteligencia es superior a los humanos, sus garras desgarran cualquier árbol enredoso y malévolo y su pico es mas duro que la piedra, por lo que sus enemigos le llaman “Rey Nariz”. Con ese pico al que hacen burla, ha destrozado demonios de carne viva, centauros y minotauros, ramas y arbustos venenosos, incluso antiguos amigos que se volvieron en su contra con el tiempo.
La seriedad en los ojos de águilas y halcones puede asustar a cualquiera, se han hecho leyendas de tiempos posteriores a la época del rey aguilalcón, como las leyendas de Axxon, un águila enorme que solo atacaba humanos adinerados y les robaba sus fortunas. En una ocasión salió herido de una pelea con uno de los seres más espantosos en la historia de las criaturas, tenia patas de araña y dientes de tortuga que crecían dentro de lo que mordían, su mirada era volcán negro, desesperado y furioso a la vez. Gracias al cobalto espeso de las armaduras, Axxon pudo respirar por años pero se confinó al templo hasta sus últimas noches.
Por desgracia el mal natural triunfó sobre el bien natural, el reino quedó enmarañado entre la maleza de la maleza y las águilas que aún continúan vivas, no temen al dolor de enfrentarse a viejos enemigos. Es el orden natural que dice que el rey aguilalcón volverá algún día entre cenizas de nubes, y reinará de nuevo sobre la ferocidad de las bestias y la inarmonía.
René Verduzco Cortés. Diciembre 2009.
El rey aquilalcón es orgulloso y su inteligencia es superior a los humanos, sus garras desgarran cualquier árbol enredoso y malévolo y su pico es mas duro que la piedra, por lo que sus enemigos le llaman “Rey Nariz”. Con ese pico al que hacen burla, ha destrozado demonios de carne viva, centauros y minotauros, ramas y arbustos venenosos, incluso antiguos amigos que se volvieron en su contra con el tiempo.
La seriedad en los ojos de águilas y halcones puede asustar a cualquiera, se han hecho leyendas de tiempos posteriores a la época del rey aguilalcón, como las leyendas de Axxon, un águila enorme que solo atacaba humanos adinerados y les robaba sus fortunas. En una ocasión salió herido de una pelea con uno de los seres más espantosos en la historia de las criaturas, tenia patas de araña y dientes de tortuga que crecían dentro de lo que mordían, su mirada era volcán negro, desesperado y furioso a la vez. Gracias al cobalto espeso de las armaduras, Axxon pudo respirar por años pero se confinó al templo hasta sus últimas noches.
Por desgracia el mal natural triunfó sobre el bien natural, el reino quedó enmarañado entre la maleza de la maleza y las águilas que aún continúan vivas, no temen al dolor de enfrentarse a viejos enemigos. Es el orden natural que dice que el rey aguilalcón volverá algún día entre cenizas de nubes, y reinará de nuevo sobre la ferocidad de las bestias y la inarmonía.
René Verduzco Cortés. Diciembre 2009.
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