Mucha gente aun no quiere creerlo, es porque llevan décadas con los mismos meses. Hace unos 60 días más o menos, los especialistas acertaron cuando previnieron un verano más largo, es decir, el calor no cesaba y estaba por entrar Octubre. Tras largas discusiones, mismas discusiones que borraron a Plutón como un planeta, se decidió casi con unanimidad que Septiembre estaba extendiéndose por más de 32 días. Así comenzó el caos y el debate, unos decían que estábamos en Octubre y la ciencia obligaba al gobierno a decirnos que estábamos en la tercera quincena de Septiembre. Para el 40 de Septiembre, las computadoras quedaron obsoletas para el pago de la gente empleada y otros servicios relacionados a su precisión.
Fue confuso desde el 32 de Septiembre pero a medida que pasaron los días, salieron toda la clase de profecías aburridas o divertidamente ridículas sobre este mes de casi 60 días. Incluso en algunos trabajos se pasaron de listos pagando 30 días en vez de los 59 que fueron de Septiembre. Mi papá dejó de trabajar esas quincenas porque sabía de antemano que solo le pagarían 30 días. En cambio yo me dediqué a observar y escuchar a la gente, sobretodo amigos que sentían la necesidad de colapsar por algo tan inminente como el cambio climático.
Después vinieron las tristes enfermedades, creadas por el gobierno, el destino o la absurda idea de un fin del mundo más. Para cuando comenzó Octubre, se anunció el Otoño y el frio volvió a sentirse entre los huesos como en cualquier año. Para Noviembre muy pocos recordaban lo sucedido, siguieron con sus vidas como si nada, pero claramente hubo algunas excepciones que quedaron marcados por un mes tan largo, un periodo de tiempo absurdo. Ahora es Enero cuando todos sabemos que es Diciembre, y así ha sucedido tantas veces, que seguimos celebrando la Navidad a destiempo.
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