Lonely and Alone



Perecen tus esposas
y revives sus cenizas.
Les cantas al oído
pero todas son de piedra.

Con suerte alguna de ellas,
tiembla ante tu afecto.

Conservadas en harem,
eran ocho o hasta nueve,
postradas en tu cama.
Hablaban de tu cuerpo,
se peleaban por tu alma.

En mayo respiras solitario,
sin voces que respondan.
Sin marrón en tus labios
ni caricias temblorosas,
vírgenes en descuento.

Esperas tiempo extra,
dormido sobre sangre,
añoras sus entregas
para nunca verlas más.

2010.

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