Pasteles Envinados


La señora estaba libre y tenía mucho trabajo. Muchas familias acudían a la pastelería por sus pasteles envinados y los recomendaban a otras familias, eran pasteles con un sabor suave y a la vez más fuerte que el cualquier otro pastel envinado de otro establecimiento, el pastel de tres leches no sólo tiene leche sino un poco de alcohol suponían las madres que buscan sacar recetas con su paladar e imaginación. La señora se estaba volviendo popular por sus pasteles envinados, que eran parte esencial de fiestas de cumpleaños, bodas, bautizos, primeras comuniones y más. Los niños eran los que se mareaban más después de una sola rebanada pero pedían más y más. La señora había conseguido la receta de un libro antiguo de su bisabuela y había guardado la página donde aparecían las cantidades exactas de los ingredientes en alguna parte de su cuarto, el esposo de una de sus hijas quería saber la receta para abrir su propia pastelería y robarle algunos clientes pero ninguna de las hijas encontraba donde estaba escondido el papel y la señora se ponía muy molesta cuando le preguntaban.

El dinero se multiplicó y la señora tuvo que contratar a Adriana, su ayudante, a quien hizo jurar que jamás revelaría los ingredientes. Adriana no aguantó el ritmo de la señora y a la semana desapareció, después una de sus hijas se ofreció, pero la señora decidió no tener ayudantes. Justo en el aniversario de la pastelería de los pasteles envinados, la policía llegó por la señora y se la llevaron a un interrogatorio, en los noticieros apareció la nota en la que la niña Chelita, una niña anémica que falleció a las horas de comer del pastel. Después de interrogar a la señora sin respuesta y ser encarcelada sin fianza y en espera de un juicio, buscaron a Adriana, quien al  mismo tiempo que los análisis del pastel y la autopsia de la niña Chelita, revelaron que la señora no usaba alcohol en sus pasteles, sino pequeñas dosis de veneno, tan pequeñas porciones que sólo un gato moriría si comiera una rebanada entera. Adriana describió el papel de la receta y en el título decía: Pasteles Envenenados.

René Verduzco.



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