Durante el 2017 ocurrió un milagro y una decepción en la cultura pop, NETFLIX lanzó la serie GYPSY, protagonizada por NAOMI WATTS y BILLY CRUDUP, un drama psicológico que rayaba en el thriller. A muchos les encanto pero a la mayoría no le importó e incluso algunos la odiaron, el resultado; GYPSY fue cancelada a un mes de su estreno.
Durante 10 episodios, conocemos y padecemos la vida de JEAN, una terapeuta que se relaciona con los seres queridos de sus pacientes y sobretodo, revive un pasado enfermizo del que ella creía haber escapado.
Resulta molesto que después del décimo episodio ya no tenga ni continuidad ni un final. Sin embargo, era una serie bastante interesante y compleja, para muchos fue inverosímil pero para mi, fue bastante real. JEAN se enamora de un joven aspirante a estrella de rock a la vez que mantiene un matrimonio y una familia, de la mejor forma posible, durante casi 10 horas, vemos como un ser aparentemente cuerdo, va desmoronándose junto a los seres que previamente ya estaban rotos, para sanarlos o enfermarlos aún más (nunca supe la diferencia). GYPSY es un ejercicio perfecto para dejar de juzgar a las personas, cada episodio al menos cinco o diez veces tuve que contenerme de juzgar a la protagonista con sus acciones y reacciones.
Es una pena que no concluyeran esta joya de NETFLIX, y aunque para algunos era aburrida, para mi y otros fue el evento además del regreso de TWIN PEAKS a la televisión. El buen 2017 y sus buenas series que jamás regresaron.
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